La obra propone una instalación escultórica que problematiza el impacto de la tecnología y el neoliberalismo en la subjetividad contemporánea. Utilizando la metonimia al presentar figuras humanas parcialmente segmentadas, dispuestas en el suelo a los pies de espectadores e intérpretes, aludiendo a la marginación, se los invita a confrontar su propia posición y empatía hacia el "otro". La obra transforma el espacio físico del espectador en un elemento significativo de la narrativa, invitando a una reflexión activa sobre la conexión humana en una sociedad fragmentada.