Los principios físicos que hicieron posible llegar a lo que actualmente conocemos como fotografía son milenarios. Desde la época de Aristóteles (384 a.C.- 322 a.C.) ya se sabía que realizando un pequeño orificio sobre la pared de una habitación oscura se podía lograr un haz luminoso que proyectaría sobre la pared opuesta la imagen invertida del paisaje o el objeto iluminado que se encontraba en el exterior. Con el correr de los siglos este principio físico fue aplicado a lo que se conoció como “cámara oscura”, y que también aparece en los escritos e ilustraciones del genial Leonardo Da Vinci (1452-1519) y en la publicación de la cámara oscura en 1521 de Cesare Cesarino, un arquitecto, pintor y escritor italiano de temas artísticos; aunque el verdadero origen de dicha cámara es atribuido al matemático árabe Alhacén, nacido en 965 en Bagdad. En su libro “Tratado Óptico” o “Opticae Thesaurus”, primera edición en latín aborda dicho tema y además echa por tierra las teorías griegas predominantes en aquella época sobre que los rayos luminosos se emitían desde el ojo hacia los objetos visualizados.