Nos encontramos frente a un momento de grandes transformaciones en las expectativas por el sistema tecnocientífico. Y esto es porque estamos presenciando profundas y dañosas modificaciones de las políticas públicas que a nivel nacional se proponen, en general y para el conocimiento, en tanto bien común en particular, desplazándolas hacia un rincón puramente economicista. Es por eso que frente a problemáticas de gran relevancia y la amenaza de urgencias como la inminencia del cambio climático y sus impactos sobre los ecosistemas, las poblaciones, la alimentación, las condiciones de habitabilidad, entre muchos otros aspectos, el papel del conocimiento científico y tecnológico en tanto aporte indiscutible del bien común, es necesario establecer diques de contención del daño explícitamente propuesto.