En el año 2018 se presentó en el Museo de la Cultura Cearense, Centro de Arte y Cultura Dragão do Mar (Fortaleza, Brasil), la exposición “Nelson Mandela: de prisionero a presidente” compuesta por 50 paneles con fotos y nueve piezas audiovisuales, con material y curaduría del Museo del Apartheid, Johannesburgo. La muestra giró en torno a la vida del líder buscando, al mismo tiempo, abordar la historia política de Sudáfrica. En este recorrido visual, la presencia de mujeres del Congreso Nacional Africano (ANC) o de otras fuerzas políticas fue reducida a una única imagen:
la foto de Winnie Mandela, de manos dadas con Nelson, sonriente y con el puño en alto. La fotografía fue tomada en el año 1990, en Ciudad del Cabo, en el día triunfal de la liberación de los presos políticos. La lente captura un Mandela un poco más serio, mientras que en la sonrisa de Winnie parecen brillar todas las décadas de lucha para derrocar el apartheid. En ese entonces, Winnie todavía contaba con su gran aliado político y comandante de la guerrilla Umkhoto We Sizwe, Chris Hani, quien sería asesinado tres años más tarde, a plena luz del día en las calles de Johannesburgo; y los sueños de una nueva Sudáfrica -socialista y no sólo democrática- estaban todavía vigentes. Mama Mandela, un nombre invocado de forma recurrente por activistas sudafricanas mujeres cuando el tema es inspiración política, respeto o admiración, uno de los íconos más controvertidos de la historia colectiva y a la cual ella excede ampliamente.