Este artículo analiza la resignificación e incorporación de diversos recursos de soft power en la política exterior china y su proyección al Sur global, destacando su extensión y características, y los elementos discursivos que forjan un tipo diferente de globalización contraponiendo actitudes propias del pensamiento chino tradicional a las características de la globalización liberal. Dicho proceso se desarrolla como otra dimensión de una transición hegemónica en curso, donde se encuentran más actores en la escena global disputando espacios de poder y donde el poder blando es fundamental como factor de atracción de cada potencia.
La adaptabilidad china tanto de su filosofía como de su política exterior redimensiona el concepto de soft power, facilitando tanto dentro como fuera de fronteras distinguirse en sus recursos de poder mostrando una conducta que le permita su inserción como potencia global, desarrollando una mayor interdependencia con el mundo occidental, pero aún más enfáticas con el mundo asiático y el Sur global. Su crecimiento económico le permiten desarrollar poder blando utilizando los recursos descritos por Nye originalmente -cultura, valores, diplomacia- pero sumando otras dimensiones que, aunque originalmente se entendían de poder duro, puede considerarse para el desarrollo de poder blando; como la economía, la política y lo militar.