Al conmemorarse el cincuentenario del golpe de Estado civil-militar en Chile, diversas iniciativas surgidas desde la historiografía pretendieron activar el deber de memoria a fin de plantear un balance analítico de la experiencia de la llamada “Vía chilena al socialismo”. En ellas, se enfatizó en un conjunto de dimensiones que abarcaron entre otros, el rol político de las clases medias, las trayectorias militantes en el mundo de la izquierda, así como la desclasificación de archivos oficiales a fin de determinar detalles de la reconocida la injerencia de los gobiernos de los Estados Unidos y Brasil en la trama contrarrevolucionaria que puso abrupto término al mencionado proceso político.
Sin embargo, las perspectivas relativas a la historia cultural frente a esta temática, ha tenido un menor espacio y las investigaciones divulgadas hasta ahora, no han recibido suficiente acogida. Esta tendencia, comienza a ser revertida a partir de la obra de Pablo Marín que pone de relieve la significación del cine como campo de la disputa político-ideológica en los primeros años setenta. En esa línea, la importancia de la cinematografía como fuente para el contraanálisis de las sociedades contemporáneas es reconocida, en particular, sobre los juicios que a través de los filmes se plantean sobre el tiempo presente el que, decodificado con posterioridad, se convierte en una valiosa fuente de hipótesis sobre el pasado en toda su complejidad. Ello es parte de lo que esta obra plantea mediante la revisión de secuencias capaces de exponer los límites, las fracturas y los disensos existentes en un complejo proceso de transformación como aquel experimentado en el Chile de la época bajo el permanente asedio de la derecha y del interés transnacional.