El término bioindicadores, tan popular dentro de distintas disciplinas de las ciencias biológicas, agronómicas, ambientales y de la conservación, se aplica a aquellas especies individuales, agrupamientos de especies o taxocenosis completas en un lapso temporal dado, que permiten medir o estimar de alguna manera determinadas variables bióticas o abióticas a las cuales por justificadas razones no es posible acceder o estimar directamente. Ahora bien, la aplicación de este concepto al campo de la filogenia de piojos y aves hospederas siempre ha generado encendidas controversias desde los tiempos de Fahrenholz al presente. No obstante hoy tenemos disponible un copioso cumulo de evidencias referidas tanto a los mecanismos de especiación (o de estasis) de numerosas especies de piojos como de los fenómenos ecológicos que condicionan la dispersión y colonización/recolonización de estas especies desde y hacia hospederos individuales o poblaciones de los mismos. Entonces la primera pregunta que naturalmente surge es si es posible aplicar el concepto de “bioindicadoras” a especies individuales, grupos monofileticos de especies o géneros, o aun taxocenosis ectoparasitas -en nuestro caso de piojos- de determinadas especies de aves hospederas, en todos los casos partiendo del presupuesto elemental que efectivamente conocemos razonablemente bien la distribución, biología y ecología de los piojos y aves hospederas en cuestión. Un atento examen de toda la evidencia disponible nos indica que si es posible, aunque con no pocas precauciones y restricciones referidas a cuándo, de qué manera y en que universo es conveniente aplicarlo.