Esta memoria recuerda el “Trelewazo” como jornadas de civilidad y no como gesta popular; busca enfatizar la eficacia de las instituciones de la democracia representativa (a la que se promete retornar en 1973) para procesar demandas sociales. De esta manera, representa al “Trelewazo” como una muestra fehaciente de la madurez cívica de sus vecinos, que se encuentran listos para volver a la democracia.
En cambio, la otra memoria, más “popular”, preserva el recuerdo de una experiencia política inédita, en la cual la expresión popular no se encuentra mediada por los representantes y la participación es directa. Es decir, una experiencia política colectiva, autónoma e inorgánica respecto del sistema de partidos políticos tradicionales, que se desarrolla en los espacios que históricamente incomodaron al poder: la calle, la plaza y, en este caso, un teatro apropiado al poder municipal para poder sesionar.