Las pruebas de sensibilidad antimicrobiana estandarizadas para medicina veterinaria están disponibles desde la década de 1990, mientras que los laboratorios de diagnóstico de medicina humana contaban con ellas 30 años antes. Esto no es sorprendente dada la variedad de especies hospedadoras (animales de compañía, para consumo humano y exóticos) y las diferencias en la aplicación de los resultados de las pruebas, individual o poblacional (por ejemplo, los resultados obtenidos para un patógeno de un canino se usarán para seleccionar el tratamiento para el animal individual, mientras que la misma información para un aislamiento porcino se puede usar para diseñar una terapia poblacional). Estas variables son la principal causa para que la disponibilidad de métodos estandarizados y tablas de interpretación de resultados que proporcionen resultados precisos, reproducibles y clínicamente relevantes para los patógenos veterinarios es lento, aunque en las últimas 2 décadas se logró un progreso sustancial (Watts, 2018).