El programa espacial argentino, iniciado en 1960 como el pionero en Latinoamérica y que logró llevar al espacio a seres vivos, tuvo su “derapage” (resbalón) en la década de los ’80 con el proyecto Cóndor. Producto de una errónea percepción de la situación regional y mundial se desarrolló una iniciativa estratégica contra potenciales enemigos regionales que diez años después ya no lo serían, en cooperación con socios que se convertirían en parias de la comunidad internacional, construyendo un misil que sería prohibido por los acuerdos internacionales. Sin embargo mas allá de este resbalón que tiene características coyunturales, se evidencian contradicciones estructurales muy fuertes que fueron las que originaron este fenómeno: La elaboración y ejecución del plan espacial argentino entre 1960 y 1991 estuvo a cargo de la Fuerza Aérea Argentina y no, como hubiera sido deseable, bajo la responsabilidad de una agencia gubernamental autónoma.