Desde que la célebre frase de un letrado sentenciara “sé lo que es cuando la veo” , se ha considerado que la pornografía propone un régimen de estrategias tan poderosas en la demarcación de sus confines que no sería posible hallar a un sólo espectador que, desprevenido, viese un filme pornográfico sin reconocer a la clase de film que ha convocado a su mirada, a su contacto. No obstante, dicho veredicto de ‘obviedad’ fue seguido por un enorme esfuerzo de señalamiento, construcción de un dispositivo de marcaje que constituye hoy el régimen de ostención de la escena pornográfica