Las nuevas riendas con que se gobernaban los Reinos de América, una vez asentados los Borbones en el trono español después de la muerte del último de los Austrias Carlos II sin dejar descendencia, colocados al servicio de la metrópoli y considerados como una “colonia” al estilo francés, con el cada vez más acentuado criterio discriminatorio hacia el nacido en sus tierras, tenía que generar resistencias y un espíritu de cuerpo o de “patria americana” que se oponía al de “patria peninsular”.