Es útil y bello recordar estas vidas ejemplares que fortalecen nuestra flaqueza y calman nuestra inquietud; para curarnos de la misantropía, recordando a los jóvenes que hubo un tiempo, no tan lejano todavía, en que este país era un vivero de grandes hombres. Hoy necesitamos recurrir a estas reservas sagradas para saldar el déficit espantoso de la actualidad.