El reciente cambio de milenio ha supuesto una buena ocasión para imaginar el futuro y, al mismo tiempo, para reflexionar sobre el pasado en los más diversos ámbitos de la vida. Quienes nos dedicamos a la educación musical también nos hemos visto impulsados a mirar para atrás en busca de claves que nos permitieran calibrar el presente y, al mismo tiempo, a levantar la mirada tratando de perfilar un horizonte de futuro. Algunas de las ideas surgidas en este contexto son las que intentaré exponer en este artículo.
Al hablar sobre la educación musical en el futuro es necesario hablar sobre el pasado y el presente, analizarlo, valorar sus aspectos positivos y negativos, pensar qué nos gustaría mantener y qué desearíamos cambiar, hacer juicios de valor intentando proyectar el futuro. No podemos olvidar que «reflexionar sobre el futuro es imposible sin referirse al pasado y al presente, puesto que desde estos cimientos se construyen las líneas maestras de lo que está por venir» (Gimeno Sacristán, 1999: 29).
Partiendo de estas premisas, los retos a los que se enfrenta la educación musical serán analizados teniendo en cuenta tres cuestiones básicas: dónde y por qué aprender, qué enseñar y cómo enseñar música en las escuelas