La economía argentina se ha caracterizado por transitar senderos a lo largo de su historia que desorientaron al saber convencional. El análisis generalizado en el mundo de varios investigadores es que existen casos particulares que se alejan de los parámetros comunes del resto de los países. Un ejemplo es Japón, una potencia mundial con escasos recursos naturales. El otro, que ha circulado por los ámbitos académicos internacionales y que se ha popularizado, es la Argentina, un país que, dadas sus riquezas, su escasa población y la calidad de sus recursos humanos, posee las condiciones para ser estable y pujante. Sin embargo, su destino han sido las crisis recurrentes, de todo tipo y color. Existen varias lecturas para acercarse a las razones de la frustración de la experiencia argentina, desde motivos políticos, sociales y culturales, hasta razones que se pueden remontar a su origen histórico como nación. Pero para acercarse a la cuestión económica y a la fatalidad de su inestabilidad, resulta necesario precisar que la Argentina ha tenido en su historia moderna, con sus obvios matices de época, tres etapas bien definidas: el denominado modelo agroexportador (1880-1930), el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (1930-1975) y el modelo rentísticofinanciero (1976-2001). No se trata de esquemas cerrados, sino que en cada uno de ellos se manifiestan rasgos de los otros.