En español
En el marco de la temática sobre la Representación, cabe reflexionar sobre los diversos modos en que ha ido degradando el derecho de elegir en los comicios realizados. El último vivido en junio pasado lo ha llevado muy lejos hacia atrás.
Pero en este artículo me ocuparé de otro aspecto: el de ser elegido. Un derecho conquistado en la norma implicó por supuesto, hacerlo realidad y evitar que se lo tergiversara con prácticas anulatorias.
En 1983 las mujeres empezamos a descubrir que se cercenaba esa parte del derecho político. Se inició así una nueva etapa. Empezó, entonces, el emprendimiento por conseguir una cuota obligatoria en la cubertura de lo cargos electivos.
Al discutir esa ley -24.012/ 1991-, hacia años que las mujeres ocupábamos lugares en los mundos públicos de lo laboral, de los derechos humanos, de lo académico, de lo artístico, de lo profesional, para que se nos siguiera considerando ineptas para la política. La cultura “patriarcal”, dominante, nos incluía a nosotras también. Nadie, ni individual ni colectivamente puede alcanzar un derecho si el impulso no nace de adentro.
La elegibilidad de las Mujeres, institucionalizada por las leyes de Cupos, ha sido devuelta por el poder político al campo de la sociedad civil -donde nació-por los diversos modos de incumplirla, y los otros poderes dominantes han silenciado el fenómeno.
En inglés
In the frame of Representation as a subject matter, it is worth to reflect on the different ways the right to elect has degraded along the elections. The last one, that took place this past June has carried it far behind.
But in this paper I will analyze another aspect: the right to be elected. A right achieved in the norm that demanded to come true and to avoid distortions by means of annulling practices. In 1983 women started to feel that that part of the political right was being retrenched. This gave place to a new stage.
Women’s work was, therefore, directed to get a compulsory quota for the elective posts.
By the time that law was discussed -24.012/ 1991- women had for years held sufficient relevant posts in public areas –labor, human rights, academy, arts, professions- to be considered inept when it came to politics. The dominant ‘patriarchal’ culture even included us. No one, neither individually nor collectively can achieve a right if there is no internal impulse.