La sociedad contemporánea precisa una educación también actual, adecuada a las características y necesidades de los implicados, que varían de una época a otra. La escuela, ha de tener en cuenta, especialmente, a los alumnos; ha de preparar a los niños y jóvenes para la vida, en el tiempo que les ha tocado vivir. Es preciso integrar en la práctica educativa los “nuevos medios” (multimedia, audiovisuales, etc.) con sus posibilidades, ventajas e inconvenientes. Como docentes las Tics “nos abren grandes posibilidades, nuevas formas de participación, nuevos contenidos, nuevas herramientas pedagógicas, pero al mismo tiempo… suponen un reto, plantean una necesidad… (un) desafío: educar con ellos, por medio de ellos y para ellos”. (Callejón, 2003).
La escuela debe comprometerse e implicarse en el establecimiento y desarrollo de nuevas prácticas educativas, adecuadas a los “nuevos medios”, a las necesidades y conocimientos actuales y para ello se precisa una nueva organización (aunque solo sea del aula). Como ya en 1995 planteaba Pérez Gómez, hay que romper con las estructuras clásicas y los esquemas tradicionales de la escuela. Se hace preciso un espacio que permita el diálogo y no la comunicación unidireccional; que permita la investigación individual y en grupo (y no sólo la simple transmisión de conocimientos…); que integre las posibilidades de las nuevas tecnologías multimedia y audiovisuales, etc.