La elevación de la calidad del egresado, constituye un imperativo para las universidades no solo en nuestro país, sino en el mundo. Esa calidad ha de traducirse no sólo en la competencia que se exprese en el dominio de la ciencia y la técnica y en la adopción de una correcta actitud social, política e ideológica en favor de las justas ideas como expresión de una adecuada formación en valores, sino además, en la demostración de una competencia comunicativa que les permita altos niveles de socialización de los conocimientos y las ideas.
La Educación Superior cubana, trabaja incesantemente para elevar la calidad de sus egresados, y de ello son demostrativos los Planes C Perfeccionados; pero en la declaración de los perfiles del profesional, los objetivos propuestos para el logro de una competencia comunicativa –cuando estos se expresan tácitamente- quedan en espera de los esfuerzos que de modo individual y espontáneo han de realizar los docentes para su concreción, generalmente resultan una preocupación y ocupación exclusiva de los profesores de las disciplinas lingüísticas.
El Ministerio de Educación Superior analizó y aprobó en febrero de 1996, en una sesión de su Consejo de Dirección, un documento en el que se hacían las reflexiones siguientes: “... la insuficiente competencia lingüística. Comunicativa y estratégica en la lengua materna para abordar con éxito la actividad académica y profesional es una deficiencia que, desde la segunda mitad del presente siglo, vienen reportando la mayoría de las universidades en el mundo al caracterizar al estudiante que ingresa al nivel terciario”.