La lengua materna se aprende de modo intuitivo. Los niños desde que pueden darse cuenta de lo que les rodea, reciben enseñanza lingüística de quienes los crían y educan.
Poseen un dominio de la lengua, adquirido por su experiencia de modo natural. Su vocabulario es pobre en relación con el del maestro, pero lo suficientemente rico como para darse a comprender. En la escuela, el ambiente le permite enriquecer y perfeccionar su conocimiento y dominio de la lengua materna, que para los que hemos nacido en Cuba es el español.
Se necesita oír atentamente a los alumnos, para conocer sus formas de expresión y descubrir sus errores de pronunciación, dificultades, falta de fluidez para fundamentar su labor.
No es menos cierto que durante años, se ha tenido la percepción de que la Lengua es una asignatura que aparece como parte del diseño curricular en toda educación General, Politécnica y Laboral. En los diseños curriculares universitarios de las carreras no favorecen su identificación como un instrumento de uso cotidiano y que en el ámbito docente no está constreñido sólo a la asignatura, ni al programa director, sino que el resto de las materias utilizan la lengua para transportar los conocimientos. El acceso al conocimiento se produce mediante el código lingüístico que es el vehículo cognoscitivo por excelencia.
Es fácil comprender que siendo la lengua el medio más valioso que poseen los hombres para comunicarse entre sí es indispensable adquirir un dominio cada vez mayor de un instrumento tan necesario para expresar nuestras ideas. Es el lenguaje el vehículo que nos permitirá conocer la actividad creada del ser humano que luego se pondrá de manifiesto en las obras producto de nuestro desarrollo y progreso.
La lengua se adquiere con el estudio de los mejores escritores con la práctica constante tanto oral como escrita para lograr el desarrollo de expresión personal y única intransferible de cada individuo y con el conocimiento y aplicación de los principios gramaticales que rigen su estructura.
El problema central de la educación lingüística es práctico, no técnico, expresarse, poder decir lo que uno piensa, imagina, siente, desea, ve y hace. Después viene, poco a poco, el trabajo de aprender a expresarse correctamente trabajo que dura toda la vida.