Arribamos al siglo XXI inmersos en una oleada tecnológica que alcanza niveles incalculables, los cuales imponen al hombre que: se supere continuamente, sea un estudioso infatigable y propicie el desarrollo ilimitado de su imaginación; sólo de este modo logrará encontrar caminos para dar solución a los nuevos desafíos, ante el avance científico-técnico, abordará la realidad circundante desde un prisma de cambio y transformación y le posibilitará una nueva visión del universo.
El desarrollo científico y tecnológico es uno de los factores que más influyen en la sociedad contemporánea. El actual mundo polarizado y globalizador del poder y las riquezas ha sido posible debido al avance de las fuerzas productivas.
El sistema educativo tiene que contribuir notablemente a la innovación social. En la perspectiva de los cambios que se suceden en el mundo, los países y las personas que no posean una buena formación, en continua actualización, quedarán al margen, tanto en lo social, como en lo económico y cultural. La formación básica general resulta imprescindible y ella exige una actualización tecnológica, dentro de ella _por ejemplo_ el dominio de conocimientos informáticos, como vía para obtener, interpretar y procesar información. De ahí que los ciudadanos deber ser educados sobre la base de “aprender a aprender” y esto exige una educación permanente y avanzada, que rebase el nivel secundario básico; para ello, esta concepción educacional debe rebasar el marco de la escuela y se convierta la sociedad en escenario de la misma: es decir que todo ámbito donde se desarrolle adecuadamente una labor socialmente útil, de hecho, debe constituirse en un área que irradie enseñanza: en un aula.
En ningún modo este despliegue científico debe, ni puede estar desvinculado de la sensibilidad humana. Los conocimientos no pueden existir al margen de los hombres concretos, ni siquiera del mundo real en que ellos se reflejan.
De ahí la necesidad, cada vez más creciente, de los estudios interdisciplinarios en campos como la cultura y la enseñanza, éstos orientan a los educadores acerca de la insuficiencia de abordar conceptos, únicamente provenientes del campo de las ciencias, para dar explicación o interpretación sobre aspectos de la realidad. Se torna imprescindible rebasar los límites de una ciencia, una materia, o una disciplina para que la riqueza y variedad de la realidad no se disuelva.