Usando los documentos hemos tratado de individualizar a las sociedades que vivieron en esta región al iniciarse la conquista hispana. Señalamos, cuando pudimos, los lugares en los que aquellas estuvieron radicadas. La investigación arqueológica, por otro lado, nos hizo conocer diversas culturas manifiestas en los restos estudiados. Suponemos que si existe una real correlación entre ambos modelos, el etnohistórico y el arqueológico, las culturas tardías localizadas en esos lugares pasan a ser patrimonio de los grupos (parcialides, tribus o naciones) reconocidos por el análisis etnohistórico. De esta manera, las zonas de dispersión de esas entidades culturales corresponden a los territorios ocupados por las distintas poblaciones indígenas. Surge así un panorama étnico, válido para el final de los tiempos prehistóricos, elaborado tanto a partir de los vestigios arqueológicos como de los escritos más tempranos