Desde los tiempos más remoto la disponibilidad de agua y combustible ha condicionado en buena medida la existencia humana, y en el caso de nuestro Nordeste, la abundancia de ambos elementos facilitó el asentamiento de numerosas tribus a lo largo de los grandes ríos, que a la vez sirvieron de importantes vías de comunicación, sobre todo teniendo en cuenta la enorme dificultad que para el tránsito terrestre representaban los extensos y espesos bosques, ricos en árboles de todas las clases pero donde en muchos casos predominaban especies que acrecían más esa dificultad.