El yacimiento de donde proceden estas dos piezas que considero adornos nasales es un gran cementerio indígena, al pie de una roca que forma un abrigo, a otrillas del río Limay, sobre su margen izquierda –es decir, en territorio del Neuquén—a unos 25 kilómetros de su yacimiento. Este cementerio presentaba una característica extraña: tener muy poca extensión superficial y desarrollarse, en cambio, en profundidad, pudiéndose señalar cinco niveles con restos humanos, separados por cuatro estratos de fogones con abundantes restos industriales, distribuidos a distancias que variaban de m 0.80 a 1.20. La excavación alcanzó hasta m 5.50, sin poder profundizarla más por haber llegado al agua, removiéndose más de 150 metros cúbicos de tierra. Allí se encontraron los restos de 20 esqueletos indígenas, irregularmente ubicados y todos en posición ritual.