Lo más sorprendente de La palabra despierta es que Añón trabaja la Conquista de México no como alguien que visita el período, el lugar, los textos desde afuera (o desde el sur) sino como alguien que los ha vivido, los ha hecho carne (se usa a menudo la palabra encarnizar) y por eso se permite transitarlos y recrearlos con toda libertad. Esta libertad le da al libro su aspecto más rico y más creativo: a diferencia de muchos textos académicos, especialmente los que como éste comenzaron como una tesis, La palabra despierta de Valeria Añón propone una lectura casi novelística de estos cronistas. Como en las novelas hay suspenso, conflicto y una descripción detallada de personajes y lugares.