Tanto la sarna como la garrapata tienen estrechos puntos de contacto como parasitosis externas, como depredadores en lo que respecta a los perjuicios económicos que ocasionan y por necesitar medios de contralor muy semejantes. Ambas parasitosis, con el desasosiego permanente, pérdida de lana, disminución de peso en un caso y la pérdida de sangre, la debilidad, enflaquecimiento y la mortalidad por “Tristeza” en otro, sustraen al mercado interno y externo una fuente considerable de productos como lana, cueros, leche y carne. Si a esto le sumamos los gastos en materia de atención profesional y adquisición de remedios sarnicidas y garrapaticidas, podemos comprender las cuantiosas pérdidas que estas plagas animales producen y que pueden avaluarse en varios cientos de millones de pesos por año. La sarna y la garrapata y en especial esta última, han contribuido a la desvalorización de los campos y a la agudización de un problema que hace a la mejor producción de carne. Este problema se ha creado en base a las grandes dificultades para el fomento de las razas finas en la zona garrapatosa debido al peligro constante de la “Tristeza”.