El debate entre la concepción ambiental y la productiva resulta anacrónico en un mundo que reclama alimentos, situación frente a la cual la Argentina asume un compromiso ético y moral irrenunciable. A esta altura de los acontecimientos está técnicamente demostrado que se pueden llevar adelante sistemas productivos que intensifiquen el uso del suelo y que sean sostenibles en el tiempo, en aquellos suelos con aptitud agrícola acorde.