Es un concepto arraigado entre las autoridades sanitarias, tanto humana como animal, establecer, en sus reglamentaciones, que toda vacuna debe ser “inocua”. Sin embargo se sabe que todo antígeno vacunante introducido en el organismo, produce ciertas alteraciones orgánicas y humorales, que es necesario conocer, a fin de poder interpretar algunos fenómenos que aparecen después de la vacunación, y que motivan preocupación en los profesionales que actúan en el ámbito asistencial.