No podemos decir que el rendimiento de las plantas esté determinado por todos los genes del organismo, pero sí, que intervienen una gran cantidad, aún algunos que aparentemente no lo afectarían, como por ejemplo, podría ser el color de flor en plantas de polinización entomófíla, donde algunos colores pueden ser más atractivos que otros a los insectos polinizadores y por consiguiente esas plantas podrían producir más semilla, o, genes que en un determinado ambiente no se manifiestan, pero sí lo hacen en presencia de, por ejemplo, una plaga, condición de suelo o de clima particulares. Para poder trabajar con esos caracteres es necesario conocer bien las relaciones que tienen entre sí los componentes del rendimiento. Si la correlación genética entre los mismos es negativa, es decir, seleccionando para aumento de un carácter, disminuimos otro, no conseguiremos progresar en el objetivo final, o sea el rendimiento.