La soja, como muchas plantas, produce un gran número de flores, pero sólo una pequeña parte de ellas va a desarrollar frutos maduros. Una proporción significativa de las flores o frutos aborta en diferentes estados de desarrollo y como consecuencia de ello sólo una fracción de la capacidad potencial reproductiva de la planta se manifiesta en el rendimiento final. Se ha señalado que el alto porcentaje de aborto de flores y frutos varía del 37 al 81% (van Schaik y Probst, 1958; Kovacs, 1963; Hansen y Shíbles, 1978; Domínguez y Hume, 1978).