El proceso de tecnificación de nuestra producción agrícola, que comenzara con serias restricciones hace unos treinta años o poco más, en momentos que nuestra agricultura salía de una larga y dura crisis que fue de 1930 a 1950, dio origen a una gama de cambios profundos que yo no titubeo en calificarlos de revolucionarios y que nos ubica a la par, o muy cerca, de los países más avanzados en muchos aspectos.