Las relaciones sociales que derivan de la interacción social propia de la vida en común, son las que han alumbrado las normas necesarias para canalizar los efectos que de allí se derivan. Así el derecho no es otra cosa que un producto social, un componente cultural desarrollado para dar marco a las relaciones sociales, y en particular aquellas situaciones en las que la interacción aparece como conflictiva. Desde esta mirada el derecho, naturalmente en términos generales, debería acompañar las pautas sociales de la cultura que le da origen. A lo largo de la historia las sociedades han ido modificándose, creciendo, creando nuevas formas de relacionamiento, y en muchos casos esa evolución determinó la adecuación de las normas sociales y de las jurídicas en particular.