El marco jurídico emergente limita la libre circulación de los flujos migratorios y tiene un correlato, a la vez que una base de justificación, en la construcción discursiva de la inmigración y las relaciones interculturales en términos de problemática social y confrontación cultural.
En este proceso de configuración del problema de la inmigración es fundamental el contexto de legitimación, propio de un estado de excepción, que representa para estas prácticas la denominada “guerra contra el terrorismo”.
La guerra justifica las políticas restrictivas de derechos y libertades civiles y requiere la construcción imaginaria de la amenaza del “otro”, del enemigo.
La elaboración simbólica del adversario implica la producción de una imagen estereotipada y un rótulo lingüístico para referirlo.