Hace casi treinta años -en agosto de 1976- dejaba de publicarse Crisis, la emblemática revista de cultura e ideas, proyecto editorial que germinó al calor de un contexto mundial y nacional más que alentador. Eran años en los cuales existía una percepción compartida acerca de la transformación inevitable y deseada de las instituciones, la subjetividad, el arte y la cultura. Y un momento en el que quienes luchaban por cambios políticos radicales, otorgaron un énfasis singular al rol de los intelectuales, en cuanto se concebía que las transformaciones no dependían sólo de los cambios estructurales, sino también de las posibilidades de construcción de nuevas subjetividades políticas.
Crisis, vocera privilegiada de las ideas emancipadoras y tribuna abierta del amplio abanico de la izquierda, supo materializar aquella mentada unidad entre vanguardia intelectual y compromiso político. Así, junto con las transformaciones experimentadas en cuanto a la figura de los intelectuales (muchos de ellos transformados de intelectuales críticos en intelectuales revolucionarios) Crisis devino de revista de ideas en revista de acción, en la cual opinar efectivamente era actuar.