Gran parte de los tempranos desarrollos en el campo de la Etnomedicina y la Antropología Médica focalizan en las peculiaridades de las medicinas autóctonas como cuerpo consistente y homogéneo de creencias y prácticas consensuadas. Las tipologías de patologías vemáculas y de recursos para enfrentarlas que resultan de este tipo de aproximaciones asignan "a priori" a la "enfermedad" un carácter ontológico independiente de su expresión comportamental (Fabrega,1979). Al centrarse en el conocimiento médico, los criterios que permiten diferenciar enfermedades, las ideas sobre causación, las reglas de conducta tendientes a lograr ayuda para la curación y las prescripciones para prevenir su ocurrencia y promover la salud, se despliegan en torno a la consideración de la enfermedad como categoría nosológica (l). En la década del 80, el desarrollo de dos vertientes en el marco de la Antropología Cognitiva pone en cuestión este enfoque de la enfermedad como entidad independiente de los procesos en que se manifiesta. La primera de ellas se vincula al estudio de los procesos de clasificación en condiciones naturales (Mathews, 198:3). La segunda, al descubrimiento y modelización de procesos de toma de decisión en contextos naturales frente a problemas recurrentes (Young,1980; Nardi, 1983). En ambas, el dominio de la enfermedad y las decisiones terapéuticas es considerado un campo particularmente apto y fructífero para la investigación de estos procesos, en tanto la enfermedad se presenta como un problema recurrente al cual tarde o temprano todos los individuos deben enfrentarse y, por ende, la gente se comunica acerca de sus decisiones terapéuticas, lo cual facilita la obtención y análisis de datos a partir del discurso natural.