Con su ética y sus prácticas cada vez más cuestionadas, el periodismo necesita hoy recuperar la dimensión política como uno de sus principios fundamentales, es decir, poner en primer plano la noción de que, en su ejercicio cotidiano, los periodistas toman decisiones que influyen en el desarrollo del debate público, instalan temas en la agenda del poder y de los ciudadanos y definen la salud institucional de una comunidad. La ética dominante de la objetividad contribuyó a invisibilizar este efecto de la información periodística, mientras, paradójicamente, se extiende la influencia de los medios como actores políticos. Se propone aquí reemplazar la neutralidad por otras prácticas: considerar la información como un bien público, balancear los puntos de vista y privilegiar el interés de los ciudadanos sobre la información oficial. Este cambio de orientación puede ser una contribución de peso en el fortalecimiento de las debilitadas instituciones democráticas en América latina.