Para el idealismo filosófico primero es la conciencia y luego el ser, la materia. Este pensamiento, derivado de la religión y muy vinculado al poder político y social, logró condicionar el desarrollo ideológico de la filosofía al extremo que lo subjetivo, valorado por encima e independientemente de la realidad externa, fuera considerado el único determinante de la verdad social, incluyendo en esto al arte y la ciencia. Como consecuencia de la actitud mental de adaptar la realidad a las ideas y no las ideas a la realidad, en el proceso del conocimiento, aparece en todos los ámbitos de la actividad humana la creencia en que la convicción subjetiva es suficiente para justificar el ejercicio del poder, permitiendo así que el autoritarismo cultural se desarrolle amparado bajo una sensación de total legitimidad.