La universidad moderna es el resultado de un proceso de evolución que se ha ido intensificando y acelerando en los dos últimos siglos. Existe consenso prácticamente universal acerca de que las funciones sustantivas de la universidad de hoy son tres: 1. La enseñanza, destinada a formar y preparar profesionales y técnicos en el nivel de grado y posgrado; 2. la investigación, dirigida a promover y desarrollar actividades de investigación científica y tecnológica, la profundización de conocimientos y la formación de nuevos investigadores; y 3. la extensión, tendiente a extender al ámbito social los conocimientos y la promoción de los valores culturales nacionales y universales en sus diversas manifestaciones.
Algunos incluyen como función universitaria el producir bienes y servicios, con un sentido de proyección social, atendiendo las necesidades existentes y emergentes en su sociedad.
Estas tareas de transmisión del conocimiento y de la cultura nacional, requieren del apoyo y colaboración del medio social y del esfuerzo constante de la acción y la propia gestión de la institución por realizarlos.
Desde hace tiempo vengo insistiendo en la emergencia de una cuarta función sustantiva: la comunicación institucional.