Pensar los procesos de conformación de las identidades es pensar construcciones inacabadas de lo que “se es” en tanto “quién se es”, en continua transformación y repregunta sobre sí mismo y los otros, sobre sí mismo y el contexto. No hay constitución identitaria en abstracto o libre de interrelaciones. Por ende, indagar sobre estas identidades, es indagar sobre las representaciones que las sostienen y las prácticas sociales en las que se constituyen, relaciones con saberes disciplinarios y con “saberes hacer”. Identidad que articula dimensiones de uno mismo, analíticamente separables, pero presentes como un complejo en la práctica. Estructura de sentidos que nos comunican con los otros en la interacción cotidiana.