Dentro del panorama del cine documental, uno de los cambios más notorios a nivel mundial en los últimos veinte años es la cada vez mayor injerencia de la subjetividad del director en su creación. No es que antes no existiera, pero se hacen cada vez más visibles algunas de las condiciones de producción de los textos audiovisuales, y con ello también el punto de vista del autordirector.
Además, el resurgimiento del YO y la perspectiva individualista aflora en los documentales acompañada por una crisis de los grandes discursos y teorías generales de la sociedad: a falta de sujeto colectivo se refuerza el sujeto individual. Cabría preguntarnos si esta forma declarada de intromisión del YO en el texto no se corresponde con búsquedas de nuevas formas de representación, teniendo en cuenta que una estética y un estilo siempre pertenece a un momento histórico determinado, y que la subjetividad, entendida bajtinianamente, es también una creación social, colectiva, relacionada indisolublemente a las coordenadas de una época. Me interesa reflexionar sobre estos cambios e injerencia de lo subjetivo y autobiográfico en lo que se denomina “documental político”. En particular, centraré mi análisis en el caso de Patricio Guzman y Fernando “Pino” Solanas.