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Los estudios de crecimiento tienen amplia tradición dentro de la Antropología Biológica por su variación en función de distintos factores biológicos y socio‐ambientales y por las complejas interacciones que se establecen entre ellos. Es por esto que el crecimiento es considerado un importante indicador de la salud de los individuos y de las poblaciones. Dentro de los factores ambientales que afectan al crecimiento, la nutrición ocupa un lugar preponderante en tanto que, el desequilibrio entre ingesta y gasto de energía conduce a modificaciones en el estado nutricional de los individuos, es decir malnutrición por déficit (desnutrición) o por exceso (sobrepeso u obesidad), los cuales a su vez pueden incidir en la composición y proporción corporal. Las enteroparasitosis también pueden influir en el estado nutricional de los niños al afectar la absorción de nutrientes, alterar el equilibrio del nitrógeno y producir pérdida de apetito, entre otros. Es de considerar además, la influencia que puede ejercer el ambiente, como factor limitante o facilitador de las enfermedades parasitarias intestinales. Por otra parte, hasta hace aproximadamente 50 años, en Latinoamérica las poblaciones tenían una localización preferentemente rural, sin embargo este patrón cambió y pasaron a ser predominantemente urbanas. Esta urbanización acelerada, expresada como incremento demográfico, tuvo consecuencias en el crecimiento y estado nutricional de los niños. Sin embargo hay ciertos “desafíos conceptuales”, como la arbitrariedad en la dicotomía de las categorías “rural” y “urbana” y la tendencia a separar lo urbano y lo rural. Ejemplo de ello es el desarrollo de regiones suburbanas que rodean a las ciudades tradicionales (también llamadas áreas peri‐urbanas) o la alta heterogeneidad de las ciudades latinoamericanas. Los objetivos consisten en: a) Estimar el crecimiento, composición y proporciones corporal y estado nutricional de la población infanto‐juvenil entre 4 y 14 años; b) Diagnosticar las enteroparasitosis; c) Analizar la influencia de cada factor socio‐ambiental y d) Determinar las relaciones socio‐ambientales urbanorurales respecto al crecimiento, estado nutricional y enteroparasitosis de los niños. La hipótesis a ser contrastada es: “Las diferencias socio‐ambientales se corresponden con variaciones en el crecimiento, estado nutricional y enteroparasitosis de las poblaciones urbana y rural, del departamento de San Rafael, provincia de Mendoza, e influyen sobre la variabilidad intra‐poblacional”. Se realizó un estudio transverso en 3596 niños (1776 varones y 1820 mujeres) entre 4.0 y 13.9 años. Se registraron las variables: edad (cotejada con la que figuraba en la copia del documento nacional de identidad archivada en el establecimiento escolar); peso corporal: con balanza digital; estatura (ET) y estatura sentado (ES): con antropómetro portátil; perímetro braquial (PB): con cinta inextensible; pliegues tricipital y subsescapular (PT y PS): con calibre Lange de presión constante. El índice de masa corporal (IMC) fue calculado como: IMC=peso/estatura (Kg/m2). Para estimar el estado nutricional y la composición y proporción corporales se empleó NHANES III. El punto de corte para determinar bajo peso/edad (desnutrición global), baja talla/edad (desnutrición crónica) y bajo peso/talla (desnutrición aguda) fue el percentilo (P)5. Los individuos fueron clasificados como con sobrepeso u obesidad cuando el IMC se ubicó entre P>85 <95 ó >P95, respectivamente. La composición corporal fue estimada sobre la base del área total del brazo (AT)={(PB2)/(4*π)}, área muscular (AM)={PB‐ (PT*π)}2/(4*π) y área grasa (AG)=(AT‐AM). Para determinar el déficit y el exceso de tejido adiposo del brazo se utilizó respectivamente el punto de corte del P5 y P95. Finalmente, la distribución de la adiposidad (central o periférica) fue evaluada usando el Indice Subsescapular‐Tricipital (IST)=(PS/PT). Un IST >1 fue considerado como indicador de distribución centralizada. La proporción corporal se estimó por el Indice Estatura Sentado (IES)=(ES/ET)*100, con corte P>95. Para el estudio parasitológico se realizaron talleres en las escuelas públicas con el objeto de interactuar con los padres, tutores y autoridades escolares. La metodología del taller permitió, entre los participantes el intercambio de conocimiento acerca de la biología y los modos de transmisión de las parasitosis más frecuentes en el área. Luego, se ofreció a las familias la realización del estudio parasitológico a los niños. A las familias que asintieron realizar el análisis se les entregaron para cada niño dos frascos conteniendo formol (10%) uno para las muestras de material fecal y otro para el escobillado anal. La muestra final incluyó 752 niños (374 varones y 378 mujeres) entre 4.0 y 13.9 años. Para el procesamiento de las muestras coproparasitológicas se emplearon las técnicas de concentración y sedimentación (Ritchie) y en los casos necesarios la de flotación (Willis). Se calcularon la prevalencia total de parasitosis, de especies parásitas de mono, bi y poliparasitismo. El estudio socio‐ambiental incluyó una encuesta semiestructurada completada por los padres que aportó información sobre las condiciones interiores y exteriores de la vivienda. Se preguntó acerca de: los materiales de la vivienda; calidad del agua de consumo; eliminación de excretas; combustible para cocinar y calefaccionar; pavimento; electricidad; recolección de residuos y hacinamiento crítico. Para el nivel socio‐económico, se consideraron: régimen de tenencia de la vivienda; empleo y educación de los padres; tecnología y equipamiento (computadora, automóvil, aire acondicionado, etc), cobertura de salud; ayuda estatal y tenencia de huerta y cría de animales. El estado nutricional, composición y proporción corporales y las prevalencias de parasitosis fueron comparadas empleando X2 y regresión logística. El análisis socio‐ambiental fue analizado mediante catPCA y las diferencias testeadas por X2. Todos los procedimientos estadísticos fueron realizados mediante el programa SPSS 12.0. Los resultados obtenidos indicaron que la población infanto‐juvenil de San Rafael presenta en promedio, adecuado peso aunque menor talla que la referencia. La composición corporal a nivel braquial se encuentra modificada manifestándose disminuidos el perímetro y el área muscular y aumentada el área adiposa. La prevalencia de desnutrición es del 9%, predominando la desnutrición crónica sobre la global y la emaciación. La baja talla es mayor a los 11 y 12 años de edad, posiblemente como consecuencia de la crisis económica acontecida en nuestro país en el año 2001. La desnutrición crónica se ve acompañada por elevada presencia de acortamiento de las piernas siendo más prevalente en varones y aportando nuevas evidencias de la resistencia que tienen las mujeres ante ambientes estresantes. En el otro extremo, el exceso de peso fue del 22%, siendo el sobrepeso levemente mayor que la obesidad y más prevalente en niños menores a seis años respondiendo probablemente a conductas obesogénicas sumadas a la implementación de políticas asistenciales dirigidas a madres y niños menores que suelen incluir alimentos hipercalóricos pero hipoproteicos. Prueba de ello es la presencia de exceso de tejido adiposo, acompañado por déficit de tejido muscular. La obesidad fue más prevalente en varones, presentando además centralización de la adiposidad. En las mujeres la centralización se encuentra tanto en aquellas con sobrepeso como con obesidad. Más de la mitad de la población resulta parasitada siendo los niños desnutridos los que presentan las mayores prevalencias. La riqueza especifica es de 11 especies, resultando las más prevalentes Blastocystis hominis y Enterobius vermicularis. Las condiciones climáticas y edafológicas de San Rafael limitan la viabilidad y desarrollo de los huevos de helmintos. No obstante, cabe destacar la presencia de geohelmintos en familias migrantes. El análisis de las características socio‐ambientales, independizadas de la dicotomía urbano‐rural, permite reconocer la heterogeneidad del área estudiada, distinguiéndose cuatro grupos, tres con características similares a las urbanas y el cuarto a las rurales. Los grupos urbanos (alto, medio y empobrecido) se diferencian entre sí por el nivel educativo y la situación socio‐económica de la familia. El ambiente rural se caracteriza por tenencia de huerta, cría de animales para autoconsumo y escasa provisión de servicios públicos. Son los ambientes “rural y el urbano empobrecido” los que presentan mayores prevalencias de desnutrición, especies patógenas, riqueza específica y geohelmintos. Sin embargo, los niños rurales muestran mayor prevalencia de desnutrición global y déficit de tejido muscular, evidenciándose que el estilo de vida y la economía familiar rurales no son suficientemente eficaces para mitigar las carencias nutricionales. Contrariamente el grupo “urbano alto”, con mejores condiciones sanitarias, altos niveles de instrucción y de ocupación de los padres, presenta menor prevalencia de parasitismo y de riqueza específica. Sin embargo, este grupo tiene mayor exceso de peso, probablemente por el mayor acceso a alimentos de alto valor energético, a la tecnología del hogar y a hábitos sedentarios. Asimismo, es el ambiente “urbano medio” el que comparte con el “urbano alto” el mayor nivel educativo, empleo formal de los padres y la mejor construcción de las viviendas. Sin embargo, se diferencia por el menor confort y el mayor acceso a servicios públicos. Mientras que las prevalencias de desnutrición son similares, las de exceso de peso resultan menores, siendo el déficit de tejido muscular mayor. Por último, es indudable que las poblaciones humanas tienen alta variabilidad fenotípica, variabilidad que, en muchas de ellas y en particular la de San Rafael, resultan del tiempo de adaptación a ese gran ambiente “bio‐físicocultural”.
In EnglishGrowth studies have a long tradition in Biological Anthropology because its variation is a result of various biological and socio-environmental factors and by the complex interactions that exist between them. Then, growth is considered an important health indicator of individuals and populations. Among environmental factors that affect growth, nutrition occupies an important place since the imbalance between energy intake and expenditure leads to changes in the nutritional status of individuals, i.e. malnutrition by deficit (undernutrition) or by excess (overweight or obesity), which may also affect body composition and proportion. Another factor that influences on the nutritional status of a child is the enteroparasitoses because it affects nutrient absorption, modifies the balance of nitrogen and causes loss of appetite, among others. It should also be considered the environmental influence as a limiting factor or facilitator of intestinal parasitic diseases. In other hand, until about 50 years ago, Latin America populations preferably had a rural location; however, this pattern changed and became predominantly urban. Such accelerated urbanization, expressed as a demographic increase, had consequences in growth and nutritional status of the children. Nevertheless, there are a certain conceptual “challenges”, such as the arbitrariness in the dichotomy of the categories “rural” and “urban” and the tendency to separate what is urban and what is rural. Example of this, it is the development of suburban regions that surround traditional cities (also called periurban areas) or the high heterogeneity of Latin American cities. The aims of the study are: a) To estimate growth, body composition and proportion and nutritional status of children from 4 to 14 years old, b) To diagnose the enteroparasites, c) To analyze the influence of each social-environmental factor, and d) to determine the relationships of rural-urban socio-environmental conditions related to growth, nutritional status and enteroparasitoses of the children. The hypothesis to be tested is: “Socio-environmental differences are in correspondence with growth, nutritional status and enteroparasitoses variations of urban and rural populations of the Department of San Rafael and it influences over intra-population variability”. 6 A cross-sectional anthropometric study was carried out. Participants for the study were 3596 children (1776 males and 1820 females) aged from 4.0 to 13.9 years old. The following variables were recorded: age: obtained from the identification cards or from the school’s records; body weight: measured on a digital scale; height (H) and sitting height (SH): using a portable vertical anthropometer; arm circumference (AC): using an inextensible tape measure; tricipital and subscapular skinfolds (TS and SS): with a Lange caliper using constant pressure. Body-mass index (BMI) was calculated as BMI= weight/height (Kg/m2). To estimate nutritional status and body composition and proportion, NHANES III reference were used. The cut-off value was 5th percentile (P) to determine low weight-for-age (underweight), low height-for-age (stunting), and low weight-forheight (wasting). Individuals were classified as overweight or obese when their BMI was >85 <95 percentile or >95P, respectively. Body composition was estimated on the basis of total area of the arm (TA)={(AC2) / (4 * π)}, muscle area (MA)={AC-(TS * π)}2/ (4 * π) and fat area (FA)=(TA-MA). A cut-off point of 5th percentile and 95th was used to determine deficit and excess of adipose and muscular tissues of the arm. Finally, fat distribution (central or peripheral) was evaluated using the Subscapular-Tricipital Index (STI) calculated as (STI=SS/ST). A STI score >1 was considered as an indicator of central fat distribution. Body proportion was estimated by the Sitting Height Index (SHI) as (SHI)=(SH/H)*100, with a cut-off of P>95. In the parasitological study informational workshops were carried out at the public schools with the aim of interacting with parents, tutors, and school authorities. The workshop methodology enabled an interchange among participants about knowledge and understanding of the biology and transmission modes of the most frequent parasitizes within the area. Then, parasitological tests were offered to be performed on the children of the participating families. Each consenting family was provided with two vials for each child containing 10% (v/v) aqueous formaldehyde for simple deposits of serial fecal material and anal swabs for subsequent collection and delivery to laboratory for analysis. The final sampling involved a total of 752 children (374 males and 378 females) from 4.0 to 13.9 years old. For the processing of the coproparasitological samples, techniques of concentration by sedimentation (Ritchie) and in the cases that it was necessary of flotation (Willis) were applied. Total prevalence of infection and individual parasite 7 species were calculated. Percentages of mono, bi, and polyparasitism were determined. The socio-environmental study included a structured questionnaire, completed by the parents, which provided information about interior and exterior housing conditions. We asked about: building materials; source of drinking water; wastewater disposal; fuel for cooking and heating; pavement; electricity, waste collection, and critical crowding (more than three persons per room). Regarding socio-economic status, the following variables were considered: lodging or hometenure status; parental job and educational level; technology and equipment (computer, car, air conditioning, etc); health insurance; public assistance; and farming. Nutritional categories, body proportion and composition as well as parasitological prevalence were compared using X2 tests and logistic regression. Socio-environmental analysis was analyzed by catPCA and the differences tested by X2. All statistical procedures were made with SPSS 12.0 statistical program. The results indicated that the children population of San Rafael has an adequate average weight but a smaller height than the reference. The brachial body composition is modified since the perimeter and the muscle area is decreased and the adipose tissue increased. The prevalence of malnutrition is 9%, prevailing stunting over underweight and wasting. The low height is greater at 11 and 12 years of age, possibly as a result of the economic crisis occurred in our country in 2001. Stunting is accompanied by elevated shortening of the legs being more prevalent in men and providing new evidence of the women resistance in stressful environments. At the other extreme, excess of weight was 22%, being overweight slightly higher than obesity and more prevalent in children under six years, probably, in response to obesogenic behaviors coupled with the implementation of welfare policies for mothers and children of those ages that usually include hypercaloric but hypoproteic foods. Proof of this is the presence of excess of adipose tissue, accompanied by muscle tissue deficit. Obesity was more prevalent in males, also presenting centralized adiposity. In females the centralization is present in both overweight and obese. More than half of the population is parasitized, being undernourished children those with the highest prevalence. The specific richness is 11 species, 8 being the most prevalent Blastocystis hominis and Enterobius vermicularis. Climatic and soil conditions of San Rafael limits the viability and development of helminthes eggs. However, it should be noted the presence of soil transmitted helminthes in migrant families. The analysis of the socio-environmental characteristics, beyond the urbanrural dichotomy, allows us to recognize the heterogeneity of the study area and to distinguish four groups, three equivalents to urban characteristics and the fourth to the rural ones. Urban groups (high, medium and impoverished) differ from each other by the level of education and socio-economic situation of the family. The rural environment is characterized by tenure of orchard, raising animals for consumption and poor provision of public services. The rural and urban impoverished environments show a higher prevalence of undernutrition, pathogenic species, species richness and soil transmitted helminthes. Still, rural children have higher prevalence of underweight and deficit of muscle tissue, demonstrating that lifestyle and rural household economy are not effective enough to mitigate nutritional deficiencies. Conversely, the “high urban” group, with better sanitary conditions and high level of education and job of the parents, has lower prevalence of parasites and species richness. However, this group has greater excess of weight, probably for the better access to highenergy foods, household technology and sedentary habits. At last, the “medium urban” environment shares with the “highest urban” the education level and formal employment of the parents as well as the best building homes. However it differs by less comfort and greater access to public services. While the prevalence of malnutrition is similar, the excess weight is lower being the deficit muscle tissue greater. Finally, it is clear that human populations have high phenotypic variability, variability that in many of them and especially in San Rafael, results from the adaptation time at that great bio-physical-cultural environment.