El texto de López, dedicado a los profesores y maestros que la enseñan, sintetiza su obra mayor: Historia de la República Argentina, su origen, su evolución y su desarrollo político hasta 1852 (en realidad solo llega hasta 1829), escrita entre 1883 y 1893 en diez volúmenes.
La obra historiográfica de López es una derivación de su labor literaria porque para él, la historia es, además de elaboración científica, capacidad de evocación, de actualización dramática que sólo puede ser expuesta con la sensibilidad de un artista. Los documentos -el argumento reiterado de Mitre- no son para él la materia prima por excelencia del historiador, la palabra escrita es evidencia menor frente al aluvión que la memoria de la tradición oral deposita en cada una de sus sentencias. ¿No hay acaso en López una prefiguración de los debates actuales en historiografía, una defensa a ultranza del procedimiento hermenéutico, una confirmación de la tesis según la cual nada separa a la historia de la ficción? La potencialidad narrativa de López se vuelca sobre su texto escolar. En el Manual, las jovenes normalistas de Buenos Aires, Paraná, Concordia, Córdoba, entre otros centros de formación de maestros y profesores, leerán y repetirán, una y otra vez, las lecciones en las que se condensa cada momento del drama argentino. Y serán esas maestras, formadas en López primero y en los discípulos de Mitre después, las portadoras de un saber sobre la historia que modelarán, generación tras generación, la conciencia histórica de una masa creciente de niños y jóvenes a los que alcanza la escolarización.