Se trata de una producción cinematográfica de Abbas Kiarostami, dedicada al cineasta japonés Yasujiro Ozu. Es un ensayo cinematográfico de contemplación al borde del mar en cinco momentos que el testimonio captado por la mirada.
Toda dedicatoria supone en primer lugar una transferencia en sentido psicoanalítico, es decir un lugar de Otro atribuido por Kiarostami a Ozu, sin duda por su influencia como maestro.
Dicha transferencia le adjudica cierto saber y es amorosa. Además esta dedicatoria indica una inspiración en la filosofía zen que por medio de la concentración y la contemplación alcanza la armonía del individuo con el universo produciendo una iluminación para hacer artísticamente con el objeto. La misma existencia es concebida como una obra.
Nuestro objetivo es justificar la incorporación al género documental artístico de una producción cinematográfica simple pero fuera de lo común, que logra una comunicación sin palabras en dirección al espíritu del espectador.