Hay una sucesión y encadenamiento natural entre los términos derecho, información y libertad, y, por supuesto, entre los fenómenos que dichos términos representan. Si no hay libertad, no hay información. El género información y su especie libertad de prensa son un presupuesto de la democracia misma. Es claro que cuanto mayor es el grado de información, mayor es la posibilidad de vivir en un sistema donde uno pueda confrontar, seleccionar, etc. las informaciones o las diversas versiones que sobre un mismo hecho humano o de la naturaleza se ha convertido en cuestión que concite el interés. La cláusula de conciencia se convierte en un mecanismo que garantiza la eficacia del derecho fundamental a comunicar y recibir información; un derecho que tiene por titular no sólo a la persona individual sino al conjunto del cuerpo social. Recordemos que el derecho a la información no es sólo un derecho subjetivo frente a los poderes públicos, sino también un valor democrático decisivo para una sociedad que quiere tener una opinión pública libre y tiene derecho a conocer.