Lo que intentaremos desarrollar en este trabajo tiene su punto de partida en la importancia de la concepción merleau-pontiana del cuerpo propio como sistema de equivalencias entre el afuera y el adentro y, por tanto, en la posibilidad de una génesis original e intersubjetiva del sentido. Este cuerpo como simbólica general del mundo se establece como la condición de la experiencia y de la comprensión del otro en sus diversas manifestaciones, sin que ello suponga la referencia necesaria a un código preexistente, sino que constituye, por el contrario, aquello sobre lo cual se soportaría el simbolismo de carácter convencional. El sentido del mundo y de los comportamientos del otro no resultan de una añadidura a posteriori sobre un material sensible puesto que la percepción fisonómica descripta por Merleau-Ponty supone una encarnación significativa original. Esto implica que la descomposición en elementos de toda manifestación de sentido, la distinción entre significado y significante realizada por la lingüística, por ejemplo, se desprende de una operación analítica del pensar y de ningún modo se trataría de su condición primera. Para ello trabajaremos sobre la concepción de imaginación radical de Castoriadis como facultad ponente de formas y figuras, y factor universalizante de toda experiencia perceptiva. Retomaremos su interpretación de la phantasia aristotélica, en tanto representante de la sensación ante el pensamiento -como su equivalente-, cuya utilización conceptual recuerda a la idea psicoanalítica de la representación (Vorstellung) como delegado de la pulsión en el psiquismo. Esta imaginación, que es a la vez flujo intencional y afectivo, podría ser pensada en Merleau-Ponty como la intencionalidad operante del cuerpo con capacidad de instituir un sentido en la percepción, el habla, o en cualquiera de los distintos actos de significación. En relación con esto, nos detendremos en ciertos aspectos de la percepción amodal desarrollada por Daniel Stern que se acercan a las descripciones merleau-pontianas del cuerpo como traductor universal.