Intersecciones del Teatro y la Historia: A propósito de La Encarnación, de Febe Chaves.
La revisión de la historia a través del sesgo del arte siempre lleva a una encrucijada: ¿Cuál es la brecha que separa las ficciones del arte de las producidas por el discurso de la Historia? Si el presupuesto del discurso histórico es el de legitimarse como instituyente de la verdad, las poéticas del drama teatral histórico contemporáneo descubren el carácter ficticio de dicho discurso (y su misma historicidad) al constatarse en él una serie de construcciones modeladoras del imaginario colectivo nacional. La Encarnación es, antes que un relato sobre la Patria, un relato de la femineidad y sus identidades subsumidas por los rigores de la Patria. Las protagonistas, Manuela Rosas y su madre, Encarnación Ezcurra, se despojan del miriñaque color punzó de la Federación rosista para asumir los ropajes de lo privado. En ese contrapunto de discursos desencontrados, interrumpidos, yuxtapuestos, se entrelaza la trama de contradicciones de una época. Los vericuetos del poder y de la gloria, de la ambición material y la necesidad de inmortalidad, convergen en la construcción del drama histórico contemporáneo, que interpela en las omisiones de la Historia otras historias por contar.