Según Peter Sloterdijk, el abandono de las justificaciones trascendentes para el sufrimiento en nuestra contemporaneidad harían recaer en la política la función de otorgarle sentido, ya sea enmarcándolo o evitándolo. La política en nuestro tiempo se constituye entonces como una versión sustituta de la teodicea. El intento del artículo es analizar críticamente esa relación entre política y sufrimiento, a partir de las reflexiones de dos autores contemporáneos sobre el tema: por un lado, abordaremos la propuesta de Richard Rorty de juzgar las áreas culturales de acuerdo con su potencial práctico, según el parámetro de la utilidad, que se traduce para la política y las teorizaciones que le corresponden en el mandato a los gobiernos de “impedir el sufrimiento”.
Luego, contrapondremos la fuerte concepción del “nosotros” liberal que presume el pragmatismo rortyano con las reflexiones elaboradas por Judith Butler, posteriores a los atentados del 11 de septiembre, que focalizan en el concepto de vulnerabilidad corporal y la inevitabilidad del dolor derivada de esa vulnerabilidad. La posibilidad cierta de sufrir dolor o atestarlo a otros reabre la discusión sobre la necesidad de la ley positiva y la adecuación de sus formas, que se aborda al final del presente texto.