La Belleza, tanto como la Verdad y el Bien, es uno de los enigmas imposibles del pensamiento universal. Los filósofos antiguos, como Platón y Aristóteles, quienes todo pretendieron explicar, se vieron impedidos de dar respuestas categóricas ante estos problemas. En el sistema capitalista de normalización y acumulación ilimitada, lo bello es un factor clave de producción, reproducción y sostenimiento. Lo bello es tangible, es mercancía y objeto, mientras que la Belleza, en este escenario, devino en discurso, en referente mudo, en una narrativa de lo deseable.
El sistema premia el movimiento en un camino hacia la perfección física. Previamente es consciente que los destinatarios de los mensajes no se asemejan, en su mayoría, al estereotipo a alcanzar. Al mismo tiempo, brinda los elementos necesarios para que todos crean que pueden lograrlo. Por su parte, cuando los medios de comunicación masiva tematizan estas cuestiones, generalmente lo hacen desviando el eje de discusión.