Debemos a Ricardo Piglia la idea tan sugerente de que la literatura argentina de fines del siglo XX debería leerse en las claves dadas por tres autores diametralmente opuestos entre sí: Manuel Puig, Juan José Saer y Rodolfo Walsh. Lo cierto es que esta concepción resulta no solo una atractiva boutade; la tripartición permitiría, en fin, no solo sostener la posibilidad de una extrema simplificación del complejo panorama de las letras actuales en nuesto país, admitir esta tesis indicaría, además, que se juzga que Manuel Puig no puede soslayarse en el momento de pasar a considerar lo que se produjo literariamente en las últimas décadas.