La palabra que debería emplear hoy es la palabra «memoria», pero antes de escribir esta presentación inútil (porque aquí sí es verdad que, como se dice a modo de gentileza, la presentada no necesita presentación), se me impusieron otras palabras: «Radio», «centro», «imantación», «irradiación», «imán». Y conste que he borrado por inútil, por repetida, la palabra «homenaje». Aquello que yo, de verdad, hubiese querido hacer, si no supiera que a la presentada en vano, esta palabra, «homenaje», y con justa razón, poco en gracia habrá de caerle. Porque ella sí, sabe lo vano de esta palabra: «homenaje». Ella –supongo– cree que los homenajes se dicen para que los homenajeados se callen, o en todo caso, para que, insinceros, lo agradezcan, que es otra forma de callarse. Una maestra, si algo no sabe hacer, es, precisamente, callarse.