En la renovación del proceso historiográfico nacional, la contribución que desde las historias de provincias se realiza a la historia argentina continúa relegada. Predominan aún las miradas o visiones de los historiadores y/o cientistas sociales del litoral y pampa húmeda donde, además, se encuentran los principales centros de investigación y editoriales del país. Esas interpretaciones abundan en trabajos, en general puntuales, sobre determinadas problemáticas del área en cuestión, sin tener en cuenta en demasía las realidades y dinámicas provinciales. Por ello, es común catalogar a los aportes y estudios que se realizan en el resto del país como Historia Regional, y agregar los trabajos que provienen desde diferentes regiones o provincias en un sólo conjunto bajo esa denominación.
Es cierto que los aportes corresponden a áreas o regiones diferentes, estudios que, en general, no privilegian los acontecimientos frente al impacto positivo de la renovación en la disciplina de las últimas dos décadas. Ahora bien, ¿qué debe hacer el docente que pretenda ofrecer una mirada más integral de la historia argentina? ¿Reunir los pedazos sueltos de las “historias regionales”? Además de ser una tarea poco grata, continúa el problema: retazos de una historia, sin la articulación, aun desde la dimensión que se elija, entre provincias y Estado-Nación.
En este contexto se ofrece en el presente trabajo una serie de interrogantes a paradigmas establecidos, que replantean desde nudos de problemas el desenvolvimiento de la relación entre lo local y lo nacional en el período 1884-1990. En rigor, se trata de re pensar momentos y/o periodizaciones y procesos en la historia argentina en función de algunas contribuciones que se realizan desde las provincias –en este caso, Neuquén–, pretendiendo jerarquizar experiencias que concurran a pluralizar y complejizar el discurso dominante en la historia contemporánea del país.